La muerte y la brújula
Estilo y técnica
El estilo de Borges en «La muerte y la brújula» se distingue por su precisión filigrana y exquisita concisión, donde cada palabra está pulida y las frases resuenan como fórmulas de un mundo enigmático. El lenguaje de su prosa está impregnado de alusiones, matices filosóficos y fina ironía, lo que otorga al relato una profundidad y una riqueza de capas singulares. El autor maneja magistralmente la intertextualidad, entretejiendo referencias a la cábala, el género policial y la mitología, creando una atmósfera de laberinto intelectual. Los recursos literarios de Borges —espejos, dobles, simetrías, el juego con los motivos de la infinitud y el azar— convierten la narración en un enigma, donde la estructura del cuento está construida como un complejo rompecabezas: cada detalle adquiere sentido solo al final, y las líneas argumentales se entrelazan en un diseño refinado, sometido a una lógica estricta y a la vez abierto a múltiples interpretaciones. La composición, contenida y casi matemática, se combina con la poesía de las imágenes, y la narración, desprovista de adornos superfluos, adquiere una expresividad y fuerza singulares, invitando al lector a regresar una y otra vez al texto en busca de nuevos significados.
