La ciudad y los perros
Estilo y técnica
La novela «La ciudad y los perros» impresiona por su estructura compleja y su audaz experimentación con las formas narrativas. Vargas Llosa entrelaza magistralmente las voces de distintos personajes, creando una polifonía del mundo interior de los cadetes, donde cada voz es una nota en la inquietante sinfonía del crecimiento. El lenguaje está cargado de expresividad, diálogos vivos, tonos bruscos y a veces ásperos, que subrayan la crueldad y el aislamiento del ambiente militar. El autor utiliza el flujo de conciencia, monólogos internos y saltos repentinos de un personaje a otro, generando una sensación de caos y tensión, como si el lector mismo estuviera perdido en el laberinto del cuartel. Metáforas y símbolos —la ciudad como trampa, los perros como encarnación de los instintos— atraviesan la trama, dotando a la novela de una profundidad filosófica. La estructura es no lineal: recuerdos, fragmentos del pasado y del presente se entrelazan como hilos en un tapiz complejo, revelando la tragedia del crecimiento y la pérdida de la inocencia. Vargas Llosa domina la palabra con virtuosismo; su estilo es a la vez severo y poético, y cada recurso literario sirve para revelar el mundo interior de los personajes y la atmósfera implacable del cerrado universo del colegio militar.
