El jilguero

Estilo y técnica

«El jilguero» de Donna Tartt se caracteriza por una narración en primera persona que sumerge al lector en el mundo interior del protagonista, Theodore Decker. El lenguaje del libro está lleno de metáforas y comparaciones, lo que le da al texto expresividad e imagen. La estructura de la novela se sigue a través de líneas argumentales detalladamente construidas, personajes cuidadosamente elaborados y su desarrollo a lo largo de toda la obra. También se percibe un elemento de sorpresa y giros argumentales que mantienen la atención del lector durante todo el libro. Los retratos emocionales y psicológicos de los personajes se revelan a través de sus acciones, diálogos y reflexiones. Tartt utiliza magistralmente la complejidad y ambigüedad de los símbolos, en particular «El jilguero», la pintura que juega un papel clave en el destino del protagonista. Este elemento no solo sirve como catalizador de eventos, sino también como un símbolo filosófico de libertad y belleza, que resuena con el mundo interior del protagonista y el tema general de la obra.