Todos eran mis hijos
Estilo y técnica
Arthur Miller en la obra «Todos eran mis hijos» utiliza un estilo realista que permite explorar profundamente los dilemas morales y éticos de los personajes. El lenguaje de la obra es sencillo y directo, lo que resalta la cotidianidad de los acontecimientos. Los recursos literarios incluyen diálogos dramáticos que revelan los conflictos internos y motivaciones de los personajes. La estructura de la obra es clásica, con una clara división en actos y escenas, lo que contribuye al aumento gradual de la tensión y la culminación. El autor también utiliza simbolismo, como el árbol en el jardín, que simboliza la memoria y la pérdida. Los flashbacks y recuerdos juegan un papel importante, ayudando a revelar la historia previa y las motivaciones de los personajes.
