El hombre es el hombre
Estilo y técnica
El estilo de Brecht en «El hombre es el hombre» se caracteriza por una deliberada sencillez y concisión, tras la que se esconde una profunda ironía y densidad filosófica. El lenguaje de la obra es sumamente claro, desprovisto de adornos superfluos, pero lleno de detalles expresivos que crean una atmósfera de absurdo y extrañamiento. Brecht utiliza magistralmente técnicas de distanciamiento, rompiendo la ilusión teatral y obligando al lector a observar lo que ocurre desde fuera, como a través de una lupa. Los diálogos suenan vivos y naturales, pero a menudo se cuela el grotesco, subrayando la convencionalidad de lo que sucede y desnudando los mecanismos de la psicología humana. La estructura del relato se basa en la alternancia de escenas que recuerdan episodios teatrales, donde cada personaje encarna una idea o un rol social determinado. Brecht emplea motivos recurrentes, simbolismo y alusiones para subrayar el tema de la transformación de la personalidad bajo la presión de las circunstancias. Su narración carece de moralismo, pero está llena de sutil sátira y paradojas, lo que hace que el estilo de la obra sea reconocible y polifacético.
